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jueves, 12 de junio de 2014

Preguntas nostálgicas

¿Cuándo fue la última vez que recibiste una carta escrita a mano y por correo? ¿O que te animaste a probar un sabor nuevo?
¿Cuándo fue la última vez que armaste con dedicación el álbum de fotos de un cumpleaños o unas vacaciones inolvidables?
¿Cuándo fue la última vez que aprendiste a jugar un juego de mesa un día de lluvia? ¿O que saliste a pasear en bicicleta?
¿Cuándo fue la última vez que comiste palitos de la selva? ¿O que escuchaste hasta el cansancio tu canción favorita?
¿Cuándo fue la última vez que te animaste a dibujar y pintar; llenar de colores una hoja en blanco sin importarte el resultado?
¿Cuándo fue la última vez que sacaste prestado un libro de una biblioteca? ¿O que viste esa película con la que bailaste mil veces?
Cuándo fue la última vez que caminaste descalzo sin darte cuenta.











miércoles, 14 de agosto de 2013

Crecer

Y resulta que un día te dicen: basta de jugar con la comida, los tallarines no se cortan. Ya sos grande.
Y que la forma correcta de comerlos es enrollarlos alrededor del tenedor. Ovillarlos. Convertirlos en una pelota de fideos.
Dificilísimo. A quién se le ocurrió.
Pero vos sos la misma de ayer. La misma que comió los fideos la semana pasada en pedacitos.





lunes, 2 de abril de 2012

Día Internacional del Libro Infantil

Tengo la suerte de conservar libros de cuando era niña. Libros que tienen más de veinte años.
 Algunos, se perdieron, otros se regalaron, otros siguen guardados en la habitación de mi niñez y otros comparten estante en mi biblioteca actual con los nuevos.
Son los amigos más viejos que tengo. Me acompañaron en siestas obligadas, en vacaciones, en aventuras y aprendizajes. Me enseñaron a soñar y descubrir otros mundos.
¡Feliz Día!





domingo, 18 de marzo de 2012

Verano

Cuando las vacaciones consistían en no ir al colegio. Y te dejaban jugar en la vereda hasta que anochecía.
Te metías en pelopinchos, piletas que no hacías pie, mar y ríos y nadabas sin saber. Jugabas con niños que no conocías. Nunca te quejabas de la arena y la sal en el pelo. Ni de las picaduras de los mosquitos porque te gustaba sacarte las cascaritas. Odiabas la hora de la siesta y solamente la soportabas si te despatarrabas con un libro. La merienda era una frescura de jugos de colores o "vascolé" como le decía tu mamá. Masticabas el hielo con placer. Y esperabas el carnaval para armar guerras de bombucha con todo el barrio. Era la única estación del año que te dejaban andar descalzo.
Como todo era nuevo y una aventura no tenías la necesidad que tenés hoy de "irte de vacaciones".
Y la felicidad se alcanzaba con un helado de palito.







martes, 24 de enero de 2012

El que era mi barrio

No hay vereda del sol. Porque son ambas.
La sombra la hacen los árboles.
Y de noche es muy fácil ver Las Tres Marías y la Cruz del Sur.
Cada tanto entra un grillo a la casa y se deja.
Y se abren todas las puertas en verano para amigarse con el viento.
Los jardines tienen flores que no se roban.
Se duerme la siesta.
Y en el arroyo croan las ranas. Muchas. Como castañuelas desparejas.


sábado, 11 de junio de 2011

Otoño




Camino por las veredas de Villa Crespo hacia la panadería, y no puedo evitar mirar las hojas en el piso.  Atardece, se está yendo la luz. Pero alcanzo a sacar tres fotitos.
Imagino la casa de Bahía Blanca, donde crecí. Y el jardín convertido en una alfombra crujiente.
Tengo una foto de cumpleaños con mi hermana. Sentadas en el piso, rodeadas de una multitud de hojas.
De chica miraba esa foto y me parecía que estábamos sentadas sobre una tonelada de papas fritas.
Entonces, de vuelta a casa, con la bolsita de las facturas en la mano, mis pies muerden y aplastan y quiebran cada montoncito que veo. Y el ruidito es igual y la sensación la misma.

domingo, 1 de mayo de 2011

Afecto epistolar


Cuando era chica coleccionaba papel de carta. Así como mis compañeros varones cambiaban figuritas del increíble Hulk , de Basuritas o de los Superamigos; yo, además, cambiaba hojitas ilustradas de papel.
Claro que también las usaba bastante. Me acuerdo estar horas junto con mi hermana ensayando en borrador la letra perfecta, redondita para la carta que le enviáramos a mis tíos de España. Y luego, cuando estaba lista, con todas las anécdotas de la semana y los cariños dibujados, la pasáramos, sin tachones, bien prolijita, al impecable papel.
En aquél momento no entendía el sentido de una carta. Para mí era solo un medio más de comunicación.

En una carta uno se toma el trabajo de vestirse con las mejores palabras. Dar vueltas y vueltas para encontrar el término justo, la explicación acertada. Para contar la experiencia de un viaje o decirle simplemente a tu destinatario que lo extrañás. Para regalar un trocito de tu corazón o soplar vientos de ánimo para un ser querido que está enfermo. Porque uno sabe que las cartas se guardan. Se atesoran. Lo que uno le dice al otro queda gloriosamente atrapado en el papel para siempre. Un diálogo tácito entre el escribiente y el destinatario. Es un pedacito de pasado compartido. La garantía de materializar un recuerdo y petrificarlo.


Carta de Gustave Fauvert a Louise Colet. 8 de septiembre de 1845 (fragmento)

Antes de conocerte estaba tranquilo, o había llegado a estarlo. Avanzaba con la rectitud de un sistema particular hecho para un caso especial. En mí mismo lo había comprendido todo, separado y clasificado, de manera que, hasta entonces, no había época en mi existencia en que me hubiera encontrado más tranquilo, mientras que a todo el mundo, al contrario, le parecía que era ahora cuando merecía lástima. Viniste a revolverlo todo con la punta del dedo. El viejo poso volvió a hervir, y el lago de mi corazón se agitó. Pero es que la tempestad está hecha para el Océano! Cuando se enturbian los estanques, de ellos no se exhalan sino olores malsanos. Para decirte ésto es preciso que te ame. Olvídame si puedes, arráncame el alma con ambas manos, y pisotéala para borrar la huella que he dejado.
Cartas a Louise Colet, Gustave Flauvert. Editorial Siruela. Colección Libros del tiempo. 
ISBN 84-7844-697-4
Gustave Flaubertwikipedia